Esa dorada erudición
(Artículo publicado en El Diario de Ávila el martes 23 de febrero de 2016 dentro de la columna Club Diógenes) De manera silenciosa y discreta, se ha apagado en Milán Umberto Eco. Aunque no la mas bella de las ciudades italianas, la capital de la Lombardía es para mi uno de esos anclajes favoritos a los que siempre vuelvo y en donde en cada visita, con mi habitual curiosidad libresca y fetichismo cultural, buscaba yo siempre la figura del erudito profesor en las inmediaciones de su casa frente al Castello Sforza. Ilusionado siempre porque allí apareciera de repente con su cigarro y su sombrero, circunstancia que nunca se produjo, fantaseaba yo con una visita a su paraíso libresco que, según afirmó en ciertas ocasiones, albergaba no menos de treinta mil ejemplares de diversas épocas, valores y materias. Con Umberto Eco, mas allá de la popularidad cinematográfica de su conocida novela, se cierra un oficio filológico e historiográfico del que quedan ya apenas algunos nombres aislados (s