Rápidos trenes
(Artículo publicado en la sección Club Diógenes de El Diario de Ávila el martes 10 de abril de 2018) El tren salió de la estación de Chamartín con puntualidad y, al rato, gracias al vaivén suave y eléctrico, me quedé adormilado mientras atravesábamos ya la periferia de Madrid. Sus billetes, pude escuchar al poco tiempo. Sus billetes, gracias. Abrí los ojos y me pareció ver una figura conocida en el puesto del revisor. A medida que se acercaba escrutando los billetes de papel o los electrónicos, confirmé mis sospechas. Se trataba del diputado Pablo Casado quien ocupaba el puesto de revisor. Insólita figura y extraña mutación en la fría mañana. Esto no lo pueden ver mis ojos, me dije en un esforzado y somnoliento pleonasmo, ¡no puede ser esto lo que ven mis ojos! Siguió el revisor con inalterable cara de niño bueno comprobando billetes a derecha y a izquierda, hasta que llegó mi turno. En menos de una hora llegamos a Ávila, dijo el joven revisor. ¿Menos de una hora, si acabamos de sal