De buena mañana. 29 de junio. El silencio de los corderos.
(De buena mañana) El silencio de los corderos. - Cuando volvía hacia mi casa ayer por la mañana, me topé con un espectáculo insólito. Cerca de treinta hombres expectantes alrededor de un camión. Como todos eran barbados y de aspecto chusco pensé que era la grey que a la tarde acompañaría al Abascal Otro que Tal en el mitin programado en esa jornada en la ciudad. En un momento dado se abrió el portón, se arremolinaron los cofrades con gesto ansioso y empezaron a descargar unas enormes reses que poco tenían ya de lindos corderillos. Sin piel, desorejados, en carne viva, conté casi un centenar de borregos a punto de ser distribuidos en medio de la calle. A medida que se producía la descarga y la distribución a pleno sol, la sangre fue deslizándose en forma de reguero por la cuesta, algún ojo quedó suelto junto a un coche y el olor de carnaza impregnó todo el ambiente. Cada uno de los barbados elegía la presa: supongo que lo harían en función de los kilos o de la grasa presente porque po