De buena mañana. 29 de diciembre. Dígalo dos veces.
(De buena mañana) Dígalo dos veces. En mi primer día de trabajo me entregaron un mono, unas botas de gruesa suela antideslizante, unos guantes de alta protección y un chaleco naranja. - Hoy te tocará algo fácil. Vete al pasillo 28A y colocas los codos . Como ya algunas de las disposiciones de la empresa me resultaban algo extrañas, así como sus nomenclaturas, no me creó sorpresa este mandato. Me puse en el mejor lugar del pasillo 28A y coloqué mis codos sobre una estantería metálica. Pensé que lo estaba haciendo bien pues, dada mi altura, el final de mis antebrazos se ajustaba a la perfección con el segundo nivel del estante. Pero algo no funcionaba porque, al margen de lo ridículo de mi posición, con un tío alto haciendo estiramientos en una sección de tuberías, por el pinganillo pronto me dijeron de manera reiterativa: - Busca los codos, los codos, ahí a tu derecha. Debía de haber un sistema de cámaras que controlaban el devenir de los enormes pasillos. Una especie de Gran Hermano.