Giovinezza
(Artículo publicado en El Diario de Ávila el martes 26 de enero de 2016 dentro de la columna Club Diógenes) “Giovinezza, giovinezza, primavera di bellezza” cantaba el amado y maldito D´Annunzio, ese autor protegido del fascismo pero del que nunca se fiaron del todo los lobeznos del Duce Mussolini. Recuerdo estos versos del incansable seductor italiano cada vez que visito la que fue su obra maestra: il Vittoriale, su casa rodeada de cipreses, de bibelots, inscripciones latinas y libros alemanes, de perfumes amargos, medicamentos ya venenosos y piedras antiquísimas, ese museo desbordante, en suma, y que ya en su propia época resultó exagerado hasta para el que voluntariamente decidió reposar allí, a la vista de las pacíficas aguas del Garda. Requiescat in pacem, giovinezza. Porque allí, donde inevitablemente se funden el frescor del lago y la canícula, el esplendor juvenil y la muerte, el deporte y la decrepitud se unen metafóricamente con invisibles lazos. Como ese poeta supo expres