Y llorar, y llorar
Nos llegan noticias procedentes de la pequeña ciudad acerca de un congresillo (al estilo de la academia del Parnaso que parodiara Cervantes) en el que se han reunido una serie de trabajadores que, además, escriben. Alguno, según refieren las crónicas, lo ha dicho de tal manera, que, sin pulir, toma un cariz ciertamente salvaje: "bastante tenemos con nuestros trabajos como para poder centrarnos en la escritura". Atención al dato, como dicen los comentaristas deportivos. Respecto a la escritura, no hay nada malo en hacerlo: escribir es algo que recomendamos fervientemente a los alumnos, ya sea como manera de mejorar la comunicación, como preparación para el futuro y organización de la mente, como contrapunto necesario para la lectura o, simplemente, como entretenimiento placentero. Así que escribir puede hacerlo cualquiera, y resulta, por ello, tan sano como hacer sudokus. Ahora bien, exponerse en un congresillo provinciano para llorar y llorar (como en el viejo corrido)