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De buena mañana. 21 de diciembre. La siesta.

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  (De buena mañana) La siesta - Hace un año o así me pidieron un artículo sobre Sevilla. Cuando lo estaba escribiendo, me venían a la cabeza todo el rato unos versos hermosísimos que Antonio Burgos escribió para la Habanera de Sevilla de Carlos Cano: Se calla el pianillo, tras los visillos suena el piano, qué dulce lo toca ahora la novia del embarcado. Las mecedoras bailan sus habaneras, con su son de caoba, manigua y ron, y se abre el balcón, suspira el pregón., ay, barrio del Baratillo, tiene color de Murillo la siesta triste de aquel salón... ¡Qué manera tan precisa de describir una siesta de Sevilla! Y no solo en esa. Menos conocida es la delicada "Coplas de seises". Antonio Burgos tenía la capacidad de retratar una ciudad con una personificación en un par de versos: "En las tardes de junio, que Dios a cuerpo se echa a la calle, ya se ha puesto Sevilla la zapatilla blanca de baile". No es igual la Sevilla de la primavera, que la de diciembre. Muchas veces me he

De buena mañana. 2 de enero. Cabeza de adoquín.

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  (De buena mañana) Cabeza de adoquín. - En mi primer paseo matutino del año camino por calles desiertas. Suenan los zapatos, las ramas desnudas de los árboles que entrechocan y las gotas tímidas de lluvia que van plateando los sempiternos y molestos adoquines de la ciudad. Fiel a la tradición, había terminado 2022 con una nueva visita a La gran belleza , la obra maestra de Sorrentino . Así que en Ávila, y no en Roma , con adoquines o codones, y no sampietrini, no olvida uno la bagatela extravagante de pasearse con las manos atrás, como un Jep Gambardella venido a menos, por las calles solitarias. Veo una monja allí, dos supervivientes de la fiesta por allá, y un grupo de jóvenes excursionistas teresianos que probablemente maldicen al impulsor de una visita turística tan temprana del uno de enero. Pero ya estamos aquí, ya estamos en otro año. De buena mañana he dado mi paseo, un transcurrir tranquilo donde no ocurre nada, apenas los adoquines que se empapan. Como la vida. Como cada añ

De buena mañana. 23 de diciembre. La pedrea.

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  (De buena mañana) La pedrea. - Salía yo de mi clase ayer por la tarde y escuché a un matrimonio discutir a la puerta de una administración de Lotería . Como apenas juego, el número del trabajo y poco más, el desembolso realizado apenas me crea dolor, habida cuenta de que las posibilidades de que toque son minúsculas. Andaba la buena señora recriminando a su marido elegir mal los números. El hombre se disculpaba diciendo que había sido la lotera quien escogió tal cifra a lo cual la mujer, erre que erre, se colocaba el abrigo y seguía con su sermón. El próximo lo elijo yo, dijo con tono de afectación y de desdicha. Yo la nombraría "seleccionadora universal de números que tocan". Y al marido le recomiendo que se vaya de casa, el pobre. - Unos niños, preadolescentes, en su primer día de vacaciones juntaban los dineros para ir a comprarse una hamburguesa y unas patatas fritas. No se aclaraban con las matemáticas: que no, que faltan veinte céntimos, tío que ahí te sobra, pon tú

De buena mañana. 15 de diciembre. Unboxing.

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  (De buena mañana) Unboxing. - En diciembre pierdo unas horas siempre en la oficina de Correos . Aunque se ha modernizado el servicio, no dejan de tener estos espacios un aire decimonónico donde parece que van a salir los envíos para la Casa del Rey, de Alfonso XII, y, a su vez, los embutidos para el primo rico que toda la gente tenía en Madrid, que a lo mejor era criado de doña Victoria Eugenia. Se puede salir también de la estafeta y coger un ómnibus o llamar a un cochero qua aparecería entre la niebla envuelto en una larga capa. Sería lo propio. Y es que, pese a la cercanía navideña, hay un aire espeso, con caras de resignación, la de quienes aguardan de incógnito para recoger un pedido o una inesperada multa de tráfico. Estaban delante de mí dos chicas muy jóvenes, quizá más acostumbradas a otras prisas. Iba el contador por el número 64 y tenían ellas el 86 y yo el 88. A su edad, habituadas a conseguir en breve lo que quieren, pues no pasarían de los veinte, tener que esperar otr