Entradas

Mostrando las entradas etiquetadas como mujeres

De buena mañana. 25 de junio. Podéis ir en paz.

Imagen
  (De buena mañana) Podéis ir en paz. - La glicinia de la que di cuenta hace unas semanas ha empezado a brotar. Muy benéficas han sido estas lluvias tardías: las flores despertaron, las abejas iniciaron su suave zumbido y los pájaros hacen su baile con alborozo. Hubo un tiempo en el cual para mí el verano era un desatino, un ir y venir de carreras, maletas y aeropuertos, conciertos y playas. No me apetece. En la preciosa Epístola moral a Fabio dice el poeta: "Un ángulo me basta entre mis lares, / un libro y un amigo, un sueño breve, / que no perturben deudas ni pesares". Ese es mi plan para los próximos tres meses. Un par de libros a la tarde, un spritz, música, algo de jardinería. Tengo ya ese ángulo de lectura. Hay sombra, unos pájaros que cantan, unas flores. He dedicado uno de los rincones a Franco Battiato. Lo imagino así también en la que era su casa de Catania, entre libros y rosas. ¿Qué más hace falta? Ayer mi madre estuvo colocando las nuevas flores. Han entrado surf...

De buena mañana. 5 de octubre. Zona de carga.

Imagen
  (De buena mañana) zona de carga. - Un poco más, un poco más, decía el buen hombre. Y allí estaba yo, en una inmensa nave de materiales de construcción, atendiendo las indicaciones del señor del mono y de la carretilla elevadora. Que no, que no, acérquese más, donde pone zona de carga. A mi lado, un camión retrocedía pimpante y sin temor y el vehículo enorme, oxidado y rozado de tanto uso, se colocaba a escasos milímetros del muelle de carga. Me volví a subir al coche y fui cauteloso y lento intentando que el maletero quedara lo más cerca posible. Dele más, dele mas, que se roce. Escuchar esto me dio un sudor frío, indescriptible. Imaginé entonces que al otro lado habría un inmenso precipicio, un agujero fatal por el que caería devorado por las brasas de un inmenso volcán. Pero no, el sitio era frío, inhóspito y lleno de trastos y materiales para mí incomprensibles. Y yo con mi cautela me había quedado a menos de medio metro del llamado muelle. Venga, hombre, que no tenemos toda ...