Febrero: supervivencia en libros.
(Artículo publicado en El Diario de Ávila el martes 7 de febrero de 2017 dentro de la columna Club Diógenes) Este Febrero, breve e iracundo, este acortado mes de tránsito hasta la prometida primavera, tiene, para los lectores y aficionados al libro, el sabor amontonado de todas esos tomos y hojas compradas en el año ya extinguido, unidos a la promesa aún no saciada de las incipientes novedades. Febrero es para el mundo del libro un mes de vacíos: de estantes que se despueblan, o de pequeños volúmenes que van quedando en fondo. Recuerdan los buenos libreros, una etiqueta que no puede ostentar cualquiera, esa leve amargura que produce la devolución a la distribuidora o a la editorial de ese libro no vendido en la temporada alta de las navidades y sobre el cual, como diría Dickens, había grandes esperanzas. Pero, como las estaciones, el ciclo se renueva acercándose la primavera con nuevas hojas y nuevas posibilidades. Y todos, editores, libreros y lectores, cada uno en su parcela,