A Francisco Ruiz de Pablos
“Habitaba un país delimitado / por la cercana costa de la muerte” . Son unos versos precisos del poeta barcelonés Jaime Gil de Biedma, cuyas cenizas reposan en el pueblo segoviano de Nava de la Asunción. Y aunque la verdad de la muerte y la cercanía de su costa es inherente al ser humano, vivimos con la creencia falsa de que nuestra existencia será eterna. El periodista de El Adelantado de Segovia, Amador Marugán, me llamó hace pocas horas para preguntarme por el estado de salud de Francisco Ruiz de Pablos . Hasta allí habían llegado las noticias sobre el deterioro de este querido profesor y filólogo, quien finalmente ha alcanzado la cercana costa de la muerte en la madrugada del domingo 20 de agosto. Los orígenes familiares de Francisco Ruiz de Pablos procedían por una parte de la localidad granadina de Iznalloz y, por otra rama, de la Nava de la Asunción, localidad que para él fue un imán sobre todo en las últimas décadas no solo por razones de raigambre sino por cuestiones literar