Andrés Trapiello
(Este artículo fue publicado en El Diario de Ávila en la sección Club Diógenes el 25 de marzo de 2014) Paseaba AT por una de las calles de Ávila. Cuando esto ocurre, es decir, cuando se camina al lado de uno de su estirpe (digámoslo así), las cosas ya no son las mismas ni las piernas son más relevantes que los ojos. De este modo, el paseo por las calles de siempre, con el amigo habitual, con el conocido o con la familia no se asemeja ni de lejos al que se realiza con el escritor del apunte irónico y la memoria trabajada. Se camina con él como se haría al lado de Azorín o de Baroja, para quienes la realidad circundante es casi piedra que deba desbrozarse para allanar la letra. Así pues, sabiendo cómo es nuestro AT, éramos conscientes de que cualquier detalle podría quedar anotado en uno de sus diarios (y publicarse años después con su habitual demora). Apareció, en efecto, tal visita en el diario correspondiente, con un leve y divertido apunte en el que ironizaba acerca de algún