De buena mañana. 20 de septiembre. La queja y la aspirina.

 (De buena mañana). La queja y la aspirina.


- Con los polemistas hay que tener la misma prevención que se tiene con las aspirinas o el Ibuprofeno. De vez en cuando un par de aspirinas no vienen mal. Una caja entera, te horada el estómago. Hay gente que sale airosa de las polémicas y que chapotea en los charcos pero la gabardina la lleva después impoluta. Como novelista nunca me interesó mucho Pérez Reverte pero debemos reconocer su maestría y brío en airear polémicas y salir triunfante. En otros casos uno detecta siempre el tufo del quejismo, del resquemor, del mírame a mi que no entiendo porque no me miran. Los don Melitones y doña Melindres. Siempre hay un complejo de inferioridad, un no sé qué que no me creo nada de lo que dicen. Vayamos al hilo. Y sin aspirinas.

- Leo que la escritora Cristina Morales se queja de la adaptación televisiva de su novela. Separemos el grano de la paja, y nunca mejor dicho. En la mayoría de referencias de esta noticia se alude a la "joven escritora", que anda ya por los 40 casi. Si usted es cultureta puede que jamás haya leído a esta adolescente pero la habrán visto chapotear polémicamente en las redes y en los circos. Una vez dijo que era lícito ir a El Corte Inglés a robar libros. ¿Y por qué no robarlos en su casa? Y de paso llevarte una lámpara. O rebuscar en sus cajones. ¿Y por qué robar libros es más admisible que robar calcetines? ¿Y robar una farmacia? Llegó después su libro sobre Santa Teresa. Nada escandaloso, frente a su pretensión. Querer convertir a Santa Teresa en una mujer de doble vida con una impronta feminista es más antiguo ya que la aspirina en sí. No era más que un ejercicio bien trabado de estilo. Pero no vendió. El libro tuvo una repercusión discreta pese a las brazadas y gestos de la autora para salir aquí o allí. Que si quejas de su editora, que si críticas a la prensa, que si alusiones a los genitales. Lo de siempre. Como la cosa no marchaba, intentaron sacar una nueva edición llamando al libro Últimas tardes con Teresa de Jesús. Pobre Marsé. Toma Ibuprofeno.

- Hace poco visité a un amigo carmelita en su convento de Santa Maria della Vittoria de Roma. Sí, donde está la escultura de Bernini. El hombre se mostraba preocupado porque iba a visitar el convento una "joven" (de nuevo) escritora con fama de polémica. Yo lo tranquilicé. Si no hay prensa ni dinero aquí no va a hacer nada. A lo sumo pondrá una vela en el altar y rezará un padre nuestro, pero ten cuidado si paga la vela o la roba de la tienda. Dije.

- Ahora ocurre no sé qué con la serie de su novela, Lectura fácil. Pues, chica, no vendas los derechos. O imponte. O con el dinero que te han dado, vete a El Corte Inglés a comprarte algo y limpias tus pecados. La serie será un bodrio como tantas series españolas. Y de la autora nadie se acordará ni aunque haga el pino en el Circo Price en sesión de las cinco de la tarde. A mí esta entrada, tan de buena mañana, me ha provocado un leve dolor de cabeza. Voy en busca de una aspirina. Una y no más Santa Teresa.

@ Texto y fotos D.F. 2022



Comentarios

  1. Cristina Morales es quejica siempre, es lo que hay, gracias por decirlo.

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