De buena mañana. 15 de octubre. Caja baja.

 (De buena mañana) Caja baja.

- Subíamos el jueves pasado, día festivo, la calle Alcalá en ese tramo largo de Goya hasta Las Ventas. El matrimonio de mediana edad, correctamente vestidos, caminaba discutiendo tras la salida de unos grandes almacenes. Como tenía tiempo, yo acomodé su paso al de ellos y en un preciso requiebro simulando ver un escaparate, dejé que me sobrepasaran para poder ir detrás a la escucha. Como suelo hacer. Soy más escuchante que voyeur. Tenían como objetivo de la jornada festiva, parece, que él se comprara dos pares de pantalones y, como suele suceder, no se pusieron de acuerdo. Así que salieron sin compra, sin bolsa y con una discusión pausada pero irónica que les duró todo ese tramo de la calle.
- No te puedes comprar a tu edad unos pantalones de caja baja porque vas haciendo el ridículo.
- No eran de caja baja y tampoco eran pitillo.
- Esos tampoco me gustan.
- Podré decidir yo lo que me gusta y lo que no me gusta.
- Pues no, porque luego te quedan sueltos los bajos y ya no tienes años para eso.
- Lo dirás tú, sigo usando la misma talla que hace veinte años.
- Pero ya no tienes veinte años.
- Tengo los años que quiero y si me apetece comprarme caja baja me los compro.
- Pues te vas tú solito y te los compras.
- Eso haré, ya vuelvo el martes yo solo.
Silencio.
Podrá escribir Henry James una obra maestra como Los matrimonios, podrán señalarse las novelas de Jane Austen pero nada supera la realidad de las conversaciones mundanas, las que se pillan por ahí, las que nunca se registran y se olvidan.
- A la tarde cerramos la temporada en Las Ventas. Hay una expresión castiza para explicar el momento: "estamos atorados", es decir, colmados, henchidos, hartos de toros. Y así es, pero si la temporada comenzara en un mes ahí volveríamos. Por suerte, hasta febrero, Valdemorillo, no pisaremos una plaza. Son muchas las cosas que tenemos que hacer, revisar, preparar y leer en otros campos. Al finalizar el festejo, los abonados se despiden: nos vemos en San Isidro. Lo van haciendo también los toreros en el que sea su último festejo. Un sentido brindis a toda la cuadrilla. La suerte habrá sido favorable o habrá sido esquiva. Tanto arriba como abajo, tanto diestros como espectadores, unos seguirán, otros caerán en los rigores del invierno y serán sustituidos por otros más jóvenes. La plaza de toros es la plaza del mundo, la plaza del dolor y la alegría que recorre nuestras vidas. A la noche, como en una liturgia, guardamos debidamente las almohadillas en el armario, plegamos los pañuelos blancos y almacenamos los programas de los últimos festejos.
- Hoy es día de Santa Teresa, excepcional escritora, patrona de la ciudad de Ávila. Como manda la tradición, ayer vimos el traslado de la imagen de Gregorio Fernández hasta la Catedral. Antes era una ceremonia más popular, un acompañamiento festivo. Como a los políticos les gusta meter la cuchara en todo, lo revisten ahora de militares, canónigos, autoridades y banda de música con marchas algo italianas, del sur de Italia. De la Calabria, o de Sicilia. Y ahí va, barroca, entre cadetes, esa joven que quiso irse a un martirio y que terminó recorriéndose España por caminos polvorientos de guijarros. A la noche, tomé el Libro de la Vida y releí sus primeros capítulos. Con eso basta.
Feliz día de Santa Teresa.

© Texto y fotos David Ferrer, 2023.
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