A Francisco Ruiz de Pablos

 “Habitaba un país delimitado / por la cercana costa de la muerte”. Son unos versos precisos del poeta barcelonés Jaime Gil de Biedma, cuyas cenizas reposan en el pueblo segoviano de Nava de la Asunción. Y aunque la verdad de la muerte y la cercanía de su costa es inherente al ser humano, vivimos con la creencia falsa de que nuestra existencia será eterna. El periodista de El Adelantado de Segovia, Amador Marugán, me llamó hace pocas horas para preguntarme por el estado de salud de Francisco Ruiz de Pablos. Hasta allí habían llegado las noticias sobre el deterioro de este querido profesor y filólogo, quien finalmente ha alcanzado la cercana costa de la muerte en la madrugada del domingo 20 de agosto. Los orígenes familiares de Francisco Ruiz de Pablos procedían por una parte de la localidad granadina de Iznalloz y, por otra rama, de la Nava de la Asunción, localidad que para él fue un imán sobre todo en las últimas décadas no solo por razones de raigambre sino por cuestiones literarias y de eso que ahora se define pomposamente como “dinamizar” y “poner en valor”. Y fue la figura de Jaime Gil de Biedma y la cercanía con sus herederos más directos, así como la institución en esa localidad de un premio de poesía con el nombre del gran poeta de la Generación del 50 lo que le produjo a Paco Ruiz de Pablos, y así lo vimos todos los que le apreciábamos, una verdadera pasión, un rejuvenecimiento y las ganas de hacer las cosas de manera digna, como pocas veces suele hacerse en el campo de la literatura.


Porque, en efecto, y aunque la figura de Jaime Gil de Biedma ha pasado en los últimos años a la primera fila del canon literario español, Francisco Ruiz de Pablos creyó desde hace mucho que una figura de tan gran nivel, con vinculaciones familiares y sentimentales con Nava de la Asunción y con Segovia, no estaba siendo justamente tratada e incluso ninguneada. Y así, ahora mismo está convocada la XXI edición del Premio Jaime Gil de Biedma y Alba. Fue este galardón una iniciativa de Ruiz de Pablos que contó pronto con el apoyo del Ayuntamiento de la localidad y con el ninguneo, cuando no la batalla opositora, de otras instituciones provinciales y autonómicas. Era lógico pues sus premisas eran claras: homenajear con dignidad al gran poeta y devolver la limpieza a los premios literarios. A Paco le indignaban tantas actuaciones sucias en premios que solo favorecían a amistades y prometió y cumplió dar dignidad a un premio en cuyo jurado estuve desde la primera edición en laa compañía del arqueólogo y escritor Emilio Rodríguez Almeida, que también nos dejó hace unos años, y del profesor y poeta Fernando Romera. Nunca atendimos a presiones externas, a modas poéticas estériles y siempre, bajo la tutela de Ruiz de Pablos, nos comprometimos a valorar solo la calidad de los poemas. Después de tantas reuniones y tantos años de jurado, así como viajes conjuntos a la Nava, comprendimos que nuestra labor dio sus frutos y el tiempo le dio la razón en sus propósitos. Desde hace unos años Paco nos pedía un relevo como coordinador del premio, algo que Fernando Romera y yo siempre postergábamos por su aparente vitalidad. Solo las piernas cansadas y la vista dificultosa apartaron en este 2023 a Ruiz de Pablos de su labor. En justa correspondencia, el Ayuntamiento de Nava de la Asunción le ofreció un merecidísimo homenaje el 28 de enero pasado, agradeciéndole todo lo que había hecho no solo por el premio sino por este dinámico pueblo.


Ávila fue también partícipe de su inteligencia, de su sabiduría y de su ética. Aquí pasó mucho tiempo como profesor de instituto, se le vio en numerosas actividades culturales y académicas y, como su gran amigo Rodríguez Almeida, dejó huella. Y es que pese a ser una persona que no se callaba su opinión sobre tantas cosas que no le gustaban, metiéndose a veces en verdaderas polémicas culturales, era fácil congeniar con Francisco Ruiz de Pablos. Y lo era porque su bigote cano y su eterna sonrisa transmitían el fondo de su ser, la bonhomía y la actividad incesante de la eterna juventud. Nunca hay que parar, nunca hay que dejar de aprender. Y así lo cumplió tras su jubilación como profesor de Latín en el IES Isabel de Castilla de Ávila adoptando una incansable y vivaz actividad intelectual. Así lo refrenda su enorme contribución al estudio de los judíos, los protestantes y las “artes de la Inquisición”: una tesis doctoral verdaderamente documentada y trabajada, numerosos artículos, conferencias y reconocimientos, además de todo lo mencionado con el Premio Jaime Gil de Biedma. Su ironía granadina era mordaz, aguda y certera en todas las clases de ingenio que recomendara Baltasar Gracián y lo demostró en sus comentarios rimados radiofónicos que lanzaba al viento, con crítica pero sin maldad, desde la Cadena SER de Ávila.

Dentro de unos meses, cuando fallemos la XXI edición del Premio Jaime Gil de Biedma echaremos de menos a un hombre íntegro y nos costará pensar que, contra todo pronóstico, se haya marchado ya a la cercana costa de la muerte. Paco no era partícipe de cursilerías, le molestaba la adulteración y manipulación del lenguaje y luchaba contra clichés y tópicos. E inevitablemente un obituario tiene algo de tópico. Pero al hablar de un latinista como él, de un sabio, no es superficial ni anecdótico, en cualquier caso, aquello que decían los romanos: que la tierra te sea leve. Y que tu labor en estos años, como estudioso, como profesor, como organizador, como gran persona haya sido fecunda y profunda. 


David Ferrer


Artículo publicado en El Diario de Ávila el lunes 21 de agosto de 2023.






Comentarios

  1. Le echaremos mucho de menos, su asistencia al acto, siempre era recibida con el cariño que él sin duda se merecia..
    D.e.p.

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  2. Qué articulo tan acertado, David. Los sabios no merecen otra cosa que el recuerdo de quienes les trataron y aprendieron de ellos.

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