(De buena mañana) Noviembre y muerte. - Inmersos en una corriente de destrucción y muerte como la que se ha llevado varias localidades de Valencia, debe quedar el silencio, la ayuda y el luto. Después, evidentemente, las explicaciones y las dimisiones. Que debería haberlas. En Valencia y en Madrid. Uno comprende que catástrofes tan repentinas son imposibles de calibrar en su justa medida. Quien viva o viaje con frecuencia por la zona se ha encontrado más de una vez ante temores y avisos. Salía yo de un parking hace años en el centro de Valencia y recordé el título aquel de "el río que nos lleva". Nunca había visto llover de ese modo y era imposible gobernar el volante. Por suerte paró en poco tiempo y quedó todo en una anécdota. En otra ocasión se avisó de una tormenta inminente y yo solo pensaba en mi coche aparcado en una calle. Somos, como decía Manuel Vilas en Ordesa , una generación apegada a su vehículo. Tu coche. Tu pertenencia. Tampoco pasó nada. Ahora sí. Y ha sido