De buena mañana. 25 de junio. Podéis ir en paz.
(De buena mañana) Podéis ir en paz.
- La glicinia de la que di cuenta hace unas semanas ha empezado a brotar. Muy benéficas han sido estas lluvias tardías: las flores despertaron, las abejas iniciaron su suave zumbido y los pájaros hacen su baile con alborozo. Hubo un tiempo en el cual para mí el verano era un desatino, un ir y venir de carreras, maletas y aeropuertos, conciertos y playas. No me apetece. En la preciosa Epístola moral a Fabio dice el poeta: "Un ángulo me basta entre mis lares, / un libro y un amigo, un sueño breve, / que no perturben deudas ni pesares". Ese es mi plan para los próximos tres meses. Un par de libros a la tarde, un spritz, música, algo de jardinería.
Tengo ya ese ángulo de lectura. Hay sombra, unos pájaros que cantan, unas flores. He dedicado uno de los rincones a Franco Battiato. Lo imagino así también en la que era su casa de Catania, entre libros y rosas. ¿Qué más hace falta? Ayer mi madre estuvo colocando las nuevas flores. Han entrado surfinias, begoñas, petunias y unos ramos de lavanda. Tienen nombres bellos pero es difícil distinguirlas. Serán partícipes, en cualquier caso, de este no hacer veraniego, de un estar sin gran esfuerzo, o de hacer sin hacer nada. Tengo todas las papeletas para no ser influencer.
- Ayer, no obstante, tuve que interrumpir mi lectura para acudir a un incierto compromiso. De buena mañana el poeta Scala me avisó de una performance que se celebraría a la tarde. No supo decirme ni de qué ni para qué. Ya la palabra performance me crea la misma urticaria que a Sorrentino, que bien ridiculizó estos eventos en su obra maestra. Igual que deberían prohibirse las elecciones en verano, debería estar penado por ley el desarrollo de junio a agosto de presentaciones de libros, conferencias, debates y reivindicaciones.
No me sorprendió, por tanto, la escasa concurrencia. Cuando llegué había diez o doce mujeres, con atuendo morado. Ya sé de qué iba el embrollo. Las doce mujeres, como en un apostolado, y tres o cuatro hombres que allí comparecimos cual Judas entre el desconocimiento o la desgana veraniega. Es fantástico ver cómo en estos actos militantes la gente se toma todo con un rigor parecido al de las señoras de las iglesias. En un caso parece que están salvando a millones de mujeres, en el otro salvando millones de almas. Pero viendo la canícula que estaba cayendo y la escasez de público más hubiéramos logrado yendo a un bar de barrio a tomar unas cervezas y salvarle a una pobre familia su negocio.
Mandaba el cotarro una señora sudamericana con aires de mando. Iba repartiendo aquí y allá unas estampitas que debían leerse en el momento preciso de la francachela. Por supuesto a ninguno de los hombres presentes nos dieron un solo papel no fuera que se nos ocurriera leer, y además bien. Empezó todo con un tono victimista y lastimero. Cada una hacía el papel de una mujer famosa, herida y desdichada. Nunca he entendido por qué en estos actos no se celebra lo positivo, no sé, los whiskys y las aventuras de Oriana Fallaci, las juergas de Katherine Mansfield. No, todo tiene que ser fúnebre. A la hora en que comenzaron las letanías, de una iglesia cercana llegaron los repiques de campanas y una salva de cohetes para celebrar a San Juan. Una señora se dio de baja porque su perro no aguantaba tal estrépito. Yo creo que fue excusa para irse a la otra misa. Hay gente que pone a los perros de excusa para todo. Otra nos recitó la vida entera en primera persona de Violeta Parra como si fuera Santa Catalina de Siena. Queriendo amenizar a la concurrencia en tal luctuoso acto se puso a cantar estrofas famosas de la chilena. Gracias a la vida... Eso lo cantaba muy bien Raphael, con barroquismo. Aquí sonaba todo a años sesenta, con entrelazado de manos y poses muy solemnes. A destiempo alguna decía "ole". Era todo tan ingenuo, tan de colegio, hasta que la política sacó su patita. Una de las señoras nos leyó un bodrio con la consabida frase de "lo personal es político". Siempre me ha dado pereza buscar quién dijo primero esta frase nefasta, pero es algo muy repetido ahora. Lo personal es político. Que se lo digan al pobre Reynaldo Arenas y las torturas que por ellos sufrió en Cuba.
Cuando esta armonía embriagadora parecía que culminaba, una que andaba con velo y una especie de colcha hasta las uñas de los pies (a casi treinta grados estábamos), afirmó haberse sentido ofendida en el acto por no sé qué alusiones al tal velo y a la ablación del clítoris en alguno de los textos leídos. Si llego a decirlo yo o una monja con cofia se habrían lanzado como hienas, pero como lo espetó una señora velada, pusieron todas ese gesto maternal y misericorde que caracteriza a las izquierdas del momento. Hermana, te apoyamos, te creemos, querían decir. Ponían cara de comprensión, de eso que llaman respeto entre culturas. Otro cuento. La de la colcha hasta los pies dijo sentirse ofendida y todas recularon diciendo que a lo mejor no era un texto afortunado, que patatín y patatán. A mí me divirtió mucho ese momento. Eso sí que es una performance. Eso sí que es un fin de fiesta como se debe. A mí se me ocurrió comentar a los de al lado: esto parece La vida de Brian. Dos o tres al lado me miraron con estupor y desaprobación. Y me fui. Se quedaron discutiendo. La tardes veraniegas de Junio son demasiado hermosas como para perderlas en avatares como este.
- Un verano tranquilo. Unas tardes de paz. Sin actos ni compromisos. Podéis ir en paz.
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