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Mostrando entradas de agosto, 2024

De buena mañana. 20 de agosto. Eléctrico.

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  (De buena mañana) Eléctrico. - De camino a Villamayor, a las afueras de Salamanca, veo una enorme estación eléctrica. Con toda seguridad abastece a media ciudad. Paro el coche en una vía de servicio y hago una foto. ¿Una foto de esa estructura ordenada de torretas y de cables? Claro, hay belleza en todas partes. Más allá de la valla se acerca un guardia de seguridad, un vigilante privado o la denominación que tengan. - Pocos se paran a contemplar esto. - Pues es realmente impresionante. - Me alegra que lo vea así, estamos tan acostumbrados a la electricidad que ya no la valoramos. - ¿Le sorprende a usted también? - Mucho. Si mi turno de trabajo es de noche veo unos amaneceres increíbles entre las líneas. Y si se espera hacia las nueve y media (miró el reloj para decirlo) verá qué atardeceres. - Sí, tienen pinta de ser impresionantes. ¿Y no le da miedo? - Antes sí. Nos decían que tuviéramos cuidado por los sabotajes y los atentados. Pero aquí no para nadie. - Bueno, yo he parado. - Po

De buena mañana. 18 de agosto. Anís del mono.

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  (De buena mañana) Anís del mono. - Desconozco casi todo de los gatos. No sería capaz de tener uno en casa. Pero, como decía mi querido Luis Antonio de Villena, al llamarlos los "gatos príncipes", veo algo majestuoso, individualista, egocéntrico y sublime en esos animales. Sin embargo, como digo, sería incapaz de adoptarlos como mascotas. Desde hace un tiempo, un gato blanco y uno negro se alternan en la parcela para hacer una visita. Lo hacen de manera sigilosa, siempre por el mismo sitio, siempre a la misma hora. De todo el espacio (el huerto, el jardín verde, las escaleras ruinosas, la casa, el espacio seco), han decidido presentarse por el jardincillo inglés, donde vigilan mudas las figuras de Helena de Troya y la de Afrodita. Se alternan: unos días llega el gato blanco, y otros el gato negro. Nunca juntos. A las ocho de la tarde. Aparecen de repente en el murete y allí se paran un tiempo junto a la estatua de Afrodita, con la cual han establecido una amistad que parece

De buena mañana. 11 de agosto. El arte de no hacer nada.

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  (De buena mañana) El arte de no hacer nada. - Está mal visto no hacer nada. De adolescente me encantaba ese poema tan poco juvenil de Gil de Biedma que decía (cito de memoria): "no leer, no sufrir, no pagar cuentas y vivir como un noble arruinado entre las ruinas de mi inteligencia". Ha sido este pasado un curso intenso: además de los cursos habituales, me he enfrentado a una enseñanza nueva sobre la que tuve que construir sobre la marcha cimientos, andamiaje, forjados y tejado. Y en horario vespertino. Como para hacer algo después. Llega San Lorenzo como el primer aviso del fin del verano. Aún quedan nuevos toques. Apenas he viajado, no he escrito un libro nuevo, llevo una vida social de monje capuchino. Por contra, no me dan envidia las hordas que pasean por Santorini, Formentera o Matalascañas. Así que hago recuento de cosas nimias: - Cada atardecer veo acercarse sigilosamente un gato, que merodea con respeto por la estatua de Afrodita. No la toca ni la derriba. Le dejo