Por una cita
(Artículo publicado en El Diario de Ávila el martes 4 de abril de 2017 dentro de la columna Club Diógenes)
Conocemos en estos años últimos ya unos cuantos casos de plagio y falsificaciones de currículum en los políticos o en sus círculos, lo cual me da por pensar que el actual, el anterior y el pretérito sistema educativo son la perfecta escuela para lograr tales puestos. De los actuales políticos en activo se conocen pocos casos con un currículum académico estimable y pese a que la mayoría han paseado sus caderas por la universidad, en grandes números han saltado ipso facto a los cuadros de dirección provinciales o estatales, sin necesidad de haber escrito o publicado algo fecundo. Y menos, haber realizado un trabajo independiente y reconocido. Los hay que, sin embargo, y cuando ya tienen cierto recorrido televisivo, se lanzan a la publicación de unos subproductos literarios de fácil digestión y que, seguramente, haya escrito un negro (con perdón). Estos deudores y apuntaladores de los sistemas educativos hacen discursos floridos o pergeñan artículos llenos de citas que nunca contrastan ni sostienen, ya sea para hablar del nuevo orden mundial como para otras menudencias locales. Cogen de aquí y de allá, recortan un poco de tal libro, roban de otro y se hacen así una carrerilla rápida y aparentemente lustrosa, acompañada de una corte de aduladores del propio partido: es que este chico o esta chica valen mucho y llegará lejos.
Se pregunta uno de donde sacan tiempo estos genios de la política para escribir esas bagatelas cuando a lo largo del día no paran de asistir a inauguraciones, de responder de lo humano y lo divino en las tertulias, de acudir a las farragosas e inútiles reuniones de partido, amén de estrechar manos, dar discursos, firmar tantos decretos propios de su cargo y de otras tantas actividades que agotarían los verbos en infinitivo. Debería aconsejar a mi alumno que siga copiando y pegando, y que no importa la cita ni la correcta bibliografía. Quizá sin saberlo se esté labrando una brillante carrera de político, donde el robo intelectual, menos polémico que el económico, acaba casi siempre siendo gratuito. Ánimo, muchacho, siempre podrás ser concejal, al menos.
David Ferrer
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