De buena mañana. 23 de noviembre. Milanese

 (De buena mañana) Milanese.

- Estuve un tiempo obsesionado con Indro Montanelli. Su esbelta figura, sus ademanes rectos y pausados, sus americanas y gabardinas. Toda una vida en Milán que hizo de las maneras burguesas y ciudadanas de esta urbe una efigie y, por ello, este lugar le dedicó una estatua en color dorado, a la cual rindo pleitesía en cada viaje. Una escultura bellísima que, por cierto, es vandalizada por unas locas cada año. Durante ese tiempo busqué todas las entrevistas posibles de Montanelli, escrutando su manera de pensar, de articular el verbo, de decir la palabra justa.
De esto, y de tantos viajes a Milán, algo se me ha pegado, por lo visto. El fin de semana pasado en Nápoles dos de los taxistas me preguntaron si era milanés. Cuando contestaba negativamente, afirmaban que lo deducían por mi acento. Noi invec siamo napuolitani me decían. Nápoles es lo más opuesto a Milán que pueda observarse, sin que esto sea un demérito. Tampoco Jerez tiene mucho en común con Bilbao. Pero Milán es, de alguna manera, el Londres italiano y por ello me he sentido siempre más cómodo en aquellos fríos y grisuras.
- Otra cosa que me obsesiona ahora son los hombres bien vestidos. Quizá porque venimos de un tiempo, en pos de una perpetua juventud, falsa y horripilante, en el que se nos ha obligado a vestir como chavales de veinte años. Estoy ahora impartiendo un curso que se llama La Italia Nera, La Italia Negra. Uno de esos gozos que se te ocurren un día y que, si tuviera tiempo, daría para un libro. Para la sesión de esta semana, seleccioné unas cuantas fotos de Pasolini, de allá por los sesenta y setenta y dije: no se puede tener más elegancia y saber estar. Pasolini murió el mismo mes y año que Franco. Apenas se le ha recordado en estos lares. No interesa.
- El otro día, ya con los fríos de invierno de Ávila, vi a un tipo en chanclas y pantalón corto. Acudía así a su trabajo, cara al público. Daban ganas de hacer de San Martín e iniciar una colecta. De poco serviría: era pose establecida. Hoy en día lo más revolucionario sería acudir a clase con un terno de Boss o de Armani. Lástima que me sobren 20 kilos para lucirlo como Dios manda.
© Texto y fotos David Ferrer, 2025.
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