De buena mañana. 14 de mayo. El barrio reaparecido.
(De buena mañana) El barrio reaparecido.
- A doscientos metros de mi casa hay un barrio especial. Un entramado de calles angostas, como un pueblo, pero sin ninguna belleza ni para vecinos ni visitantes casuales. Se ha quedado en medio del desparrame urbanístico que la ciudad de Ávila tuvo hacia la zona sur y al margen de la protección patrimonial del centro. Resulta difícil pasear por allí, apenas hay comercio y para meterte con el coche tienes que hacer malabares de conducción. Es algo oculto que, si se situara en Escocia, se llamaría Brigadoon, aquel pueblo encantador que aparecía una vez cada cierto número de años.
Este Brigadoon curioso revive una vez al año, tal día como hoy. Son las fiestas de su ermita y de su Virgen, la cual mantienen con una devoción inusitada en una peculiar iglesia ya de corte casi renacentista. Es este edificio de granito una gota de belleza en unas calles anodinas. Y normalmente desérticas. Así que, donde uno sospechaba que solo habitaba una señora de noventa años, salen de repente cinco hijos, diez nietos y algunos bisnietos que vuelven a sus orígenes. Están una semana de fiestas: verbenas, cohetes, fuegos artificiales y se engalanan para una procesión que debe de durar casi medio día. Ha vivido uno siempre ajeno a ese barrio, que revive y se multiplica para su fiesta mayor, aunque al tenerlo tan cerca lo he visto desde mi casa desde que era un niño. Los adolescentes lucen su primer traje, las chicas sus primeros tacones, los abuelos pasean orgullosos a sus nietos en un ambiente festivo del que uno no participa pero que echaría de menos, si tal domingo como hoy, no comparecieran.
Todo este barrio, que en mi niñez era solo de casas bajas y humildes, de pequeños chalets de clase media, ha cambiado mucho. Apenas ya conozco a los vecinos. Cuando era pequeño veía llegar a lo lejos la procesión e ir acercándose a mi casa. Todo ello se destruyó en los ochenta y los noventa. La procesión sigue pasando: aquellos adolescentes son ya padres o abuelos y uno lo sigue viendo desde el balcón. Ese Brigadoon tan curioso, ese barrio que aparece y que después duerme, se llama Las Vacas. El nombre tiene también su historia.
- En la otra punta de la ciudad, donde cultivo con escaso éxito un par de rosales, un árbol de Júpiter y tres glicinias, se han sucedido una serie de robos y de ocupaciones. No llega al extremo de Barcelona pero los dos o tres propietarios legales que por allí pasamos, hacemos alguna ronda diaria para ver si aparece algún intruso. Anoche hice lo propio hacia las diez de la noche, bajo la luz ya de la luna, con más miedo que otra cosa. No sé si me asusta más un lugar solitario o que aparezcan tres merodeadores con capucha. Hice la visita rápida y me metí en el coche como alma que lleva al diablo. No vale uno para patrullero de nada. El próximo día llevaré mi espada de esgrima, por eso de parecerme un poco al cuadro de Rembrandt.
- Se siguen acumulando las lecturas pendientes. Es ya una torre que amenaza ruina. Pero tengo comprobado que, por razones de aficionado que algunos saben, en abril y mayo decae mi tiempo lector. Luego llega junio y el verano y toca desquitarse. Lo prometo.
© Texto y fotos David Ferrer
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