de buena mañana. 23 de abril. El Papa me mira a mi.

 (De buena mañana) El Papa me mira a mi.


- A diferencia del común de los mortales, no tengo ninguna anécdota personal con el Papa Bergoglio, ya muerto y enterrado. Esto es como los tatuajes: la minoría no tiene tatuajes y una minoría no ha estado a dos metros del Papa. Pese a la simpatía que pueda tener el personaje (amabilidad y empatía no se le niegan), las loas y comentarios en la prensa han rayado lo patético. Y aquí en el pueblo más: "el papa quería mucho a Ávila", ha dicho nuestro alcalde. Otros afirman: "nos recibió y nos hizo mucho caso" (dos minutos de audiencia). "Qué bondad en su mirada cuando nos saludó" (de paso por la plaza De San Pedro, después de saludar a quinientos".

Como uno ha ido mucho a Roma (ha habido años que hasta tres veces), por fuerza tienes que coincidir con el hombre de blanco, que decía Lorca. Me pilló allí la fumata blanca de Benedicto (Media entrada en la plaza). Demasiado intelectual, troppo vero como con el retrato de Inocencio. Al anterior, polaco y de rictus furibundo, lo hicieron santo nada más morirse con aquel famoso "santo subito". Juan Pablo II fue el que inauguró esta moda de fotografiarse y saludar a todo el mundo. De manera que todo el mundo podía ser protagonista y era frecuente oír: "el Papa me ha mirado a mi". Francisco ha sido Papa en la época egocéntrica de los selfies y las influencers. Y bien que lo sabía y lo explotó. Pero a fuerza de ser tan terrenal, tan de por aquí, nadie le ha gritado "santo subido" como a Wojtila.

Solo lo vi una vez en la Plaza de San Pedro, en esas bendiciones dominicales. No había demasiada gente (un tercio de la plaza) y tampoco dio sensación de generar por entonces mucho entusiasmo. La faena fue larga con el recurso retórico de repetir una palabra. Ascoltare, ascoltare. Decía cada dos minutos. Escuchar. Unos mexicanos que estaban cerca: está haciendo un homenaje a su escolta, porque habla todo el rato de "escoltar". Con su habitual sonrisa nos deseó "Buona domenica y Buon pranzo" (buen domingo y buen almuerzo). A mí me entusiasmó esa despedida y doy fe de que después me metí un excelente almuerzo en un restaurante del Trastevere. Como el Papa manda.

En cualquier caso, ya pasó todo. Supongo que este Papa, con sus debilidades e imperfecciones, ha hecho feliz a mucha gente y eso es bueno. Veremos lo que viene. Quizá me pille en Roma, quizá no.

- "Te van a crujir por tu artículo", me han dicho esta semana. Cuesta cada vez más elegir un tema, sobre todo para un periódico local, y no va uno pensando en si va a molestar a alguien. Pero, bueno, aquí las cofradías son muy suyas. En Sevilla saben reírse de sí mismos y prueba de ello es una serie de sketches titulada "El Palermasso" donde no se deja títere con cabeza: a costaleros, cofrades, Arzobispo, hermandades... Aquí en Ávila el humor siempre ha sido muy serio. Muy serio como la Semana Santa.

- Me cuentan por whatsapp un cotilleo local. Parece que a cierto escritor local lo han pillado robando diariamente el periódico en una cafetería del centro. Hasta que lo han descubierto y le han negado la entrada. Esto si lo contara Cela en La colmena sería digno de compasión: el pobre poeta que no tiene ni para comprar la prensa. Hacerlo en 2025, donde todo el mundo tiene sus nóminas y pensiones, es más propio de la rapiña y del pillaje. Pero todos tenemos decenas de anécdotas así suyas. ¿El buen ladrón o el malo? Según se mire.

© Texto y fotos David Ferrer, 2025.
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