De buena mañana. 11 de septiembre. Que no pida el cordero.

(De buena mañana) Que no pida el cordero.


- A la hora de la comida, a escasos metros de la Plaza Mayor de Valladolid, estaban llenas las calles de un público festivo. Bueno, al estilo pucelano, ya se sabe: familias enteras en esos días de ferias, madrileños por el mundo, pandas de treintañeros. El aceite estará por las nubes pero en días así cuesta encontrar una mesa o un hueco donde tomarte un vino. Tenía el restaurante que elegimos una carta tradicional pero de un rango de precios elevado. Es lo que tienen los días de toros: el viaje, la comida, el gin tónic, las compras... Todo eso que algunas analistas han denominado "la economía del toro": no solo es la entrada al festejo sino todos los complementos monetarios que se dejan en la ciudad correspondiente. Como el día era bonancible y no amenazaba tormenta, nos situaron en una mesa en la terraza, un poco apretados. Yo me alegré luego.

En la mesa contigua acomodaron a un grupo de cuatro: un joven matrimonio con el padre de ella, que estaba gagá por algún tipo de Alzheimer o parálisis, y el inevitable ayudante peruano. El pobre anciano no decía nada y lo más seguro es que en ese triste declive le daría lo mismo comer allí el mejor de los pescados del Pisuerga que una hamburguesa de dos euros. De vez en cuando asentía y emitía unos sonidos guturales que dejaban la terraza en silencio. hashaj hjashgduagdsg Ni sus hijos lo entendían. El peruano, como todos los que han dejado su patria para ejercer una servidumbre, tenía cara de buena persona y se le hacían los ojos chiribitas cuando vio la carta: "yo soy de poco comer pero nadie renuncia a un buen ceviche". Hablaba de usted al resto de comensales y trataba con un cariño y delicadeza infinita al anciano: procuraba que se sentara bien, que no se le cayera la baba sobre el mantel... En un momento dado, se ausentó para ir al lavabo, o al excusado como él dijo, y los hijos empezaron a ponerlo a caldo: "ya verás como este se nos pide el cordero. No dejes que lo pida", "querrá tres platos y postres". En esto la hija del anciano: "a ver si podemos pagar con la tarjeta de papá, que no se entera". GGGGJsjjskajsak se oyó guturalmente por todas las mesas.

Volvió el peruano con su habitual sonrisa, leyó por encima la carta y les dijo, como si hubiera escuchado la conversación: 
- Ya me apetecen unos buenos langostinos, el asado del día y luego rematamos con un buen licor.
- ¿No va a ser mucho, Edwin?
- No se apuren ahorita, si no me cabe en la panza me lo llevo para luego.

El anciano apenas comió unos trozos de calamares. El joven matrimonio apuró una ensalada y un pescado compartido. El asistente, por su parte, como el amo de Lazarillo, no dejó hueso sin rebañar ni cabeza de langostino por pelar. Yo me alegré infinito de su buena pitanza: no tanto porque comiera sino por la venganza contra esa pareja de indolentes y, sobre todo, porque me habían dado una comida de lo más entretenida. Y eso nunca se paga en la factura. Cuidado que es importante tener una buena mesa contigua. Más que la propia.

- Hay veces en las plazas de toros que van las cosas predispuestas hacia el triunfo o hacia el petardo. Nos dejó compuestos y sin terna Morante así que nuestras esperanzas iban hacia el trianero Juan Ortega, que es la elegancia, la parsimonia y la despaciosidad personificadas. Para quien no entienda una corrida de toros, debe observar ese latigazo espiritual que en el tendido llega desde el ruedo cuando alguien como Ortega deja un crujir de su elegancia. No hay palabras. A la salida unas adolescentes iban tan contentas con una foto del torero sevillano: "a ver si mañana conseguimos la de Manzanares, que es más guapo". Y es que de un tiempo a esta parte sorprende la cantidad de público joven que acude a los toros. Por llevar la contrario a los mayores, desde luego.

- Valladolid está bien. Sí. Pero ni fu ni fa. El hecho de que sea sede autonómica le ha hecho poco bien. Es una especie de Bruselas con algunos edificios, iglesias y museos exquisitos pero sin alma. Los de Ávila nunca hemos mirado hacia Valladolid, nunca supe por qué. Hace mucho más frío allí, digan lo que digan.


© Texto y fotos David Ferrer, 2023. 

Y mas cosas en Web de David Ferrer
Y la crónica del festejo en La despaciosidad





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