Sólo hechos

(Artículo publicado en El Diario de Ávila el martes 13 de diciembre de 2016 dentro de la columna Club Diógenes)





Apareció al fin este tomo de los diarios de Andrés Trapiello hace escasas semanas y los fieles lectores respiramos aliviados. Nótese el adjetivo y el sustantivo con que se define aquí a este particular gremio: son de una fidelidad inquebrantable y, lo más bonito, es que además son buenos lectores. Parece un pleonasmo, una verdad de perogrullo, pero ha de constatarse que tal grupo de solitarios lectores son, eso mismo, lectores. No otra cosa. Ni fans ni meros aduladores. Así que estos apasionados de AT, acostumbrados a una maléfica demora, llevaban ya un tiempo preguntándose entre ellos si acaso este año no aparecería el volumen correspondiente (¡el número 20!) y se sabían contagiados de una pequeña angustia, ya en los encuentros, en los foros o en las redes sociales, que es hoy en día donde se aplican los termómetros existenciales, que diría algún periodista. En temporadas anteriores la pregunta se limitaba al dato de si este año quizá se olvidaría Trapiello de su diario. Pero como los buenos padres con sus hijos díscolos, allí estaban los fieles lectores a disculpar hasta la última falta: no tendrá tiempo el pobre hombre, bastante trabajo ha tenido ya con el año de Cervantes. Como se trataba de comentarios dichos o escritos a través de las redes sociales, imaginábamos los gestos de estos admirados letraheridos: arrugarían levemente los labios, bajarían la mirada y con un arquear de los hombros dirían lo que todos pensábamos: si no sabemos como puede tener vida este hombre, con las conferencias cervantinas, su Quijote remozado, sus artículos… Esto no es vida, pensaría alguno, quizá recordando aquel cuento popular de los dos zapateros remendones.

Lo que ocurre, sin embargo, es que lo ofrecido por Andrés Trapiello en cada uno de sus diarios es la vida, la pura vida. Otros lectores, de esos invisibles que no son fieles a nada, o los del tipo discontinuo, me preguntan a veces qué encuentro en esos tomos tan bellamente cosidos, compuestos, impresos y encuadernados. ¿Qué tienen esas casi quinientas páginas para que te lances a la librería el mismo día en que aparecen? Muchas veces no siento necesidad de responder pues la respuesta habría de ser larga y llena de justificaciones que el otro, poco atento lector, no comprendería. Lo que ocurre es la vida sin más, sólo que la literatura te presta otros ojos, los del novelista para verla. Pero como vivimos tiempos, fruto de las redes sociales de nuevo, en los que prima la inmediatez frente a la distancia, no resulta a veces clara esta respuesta. El tomo de este año lleva el título dickensiano de Sólo hechos, y recoge acontecimientos del año 2006. ¿Mucho tiempo? Quizá eso tampoco importe. El propio Dickens recomendaba en otra ocasión que “nunca te fíes de la apariencia, sólo de la evidencia. No existe para la vida mejor regla”. Así que si usted es de esas personas que todavía valora la observación, éste es su libro para estas navidades que ya se acercan. Para usted, o para algún hermano, sobrino, primo, tío o cuñado (incorpórese en estos nombres también el femenino). Me atrevo a recomendárselo. Por si necesita los datos para el acongojado librero: Andrés Trapiello. Sólo hechos. Editorial Pre-textos, 2016. 453 páginas. 29 euros. Y si es de los que buscan por su cuenta, preste atención al volumen más bello de toda la librería. Y feliz lectura.

David Ferrer



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