De buena mañana. 1 de noviembre. Maquillar a los muertos.

 (De buena mañana) Maquillar a los muertos.

- No tengo una familia grande. Las visitas al cementerio son espaciadas y, cumplidos los trámites del recuerdo, resulta provechoso dar un paseo por las diversas calles, hacer alguna foto y tomar notas para un artículo que no acaba de salir, dado que me requeriría unas cuantas visitas a un archivo, y que, por ello, nace siempre muerto. Es normal que las visitas a los cementerios, desde un ámbito curioso, histórico o morboso, se hayan puesto de moda. Creo que eran lugares que a mí ya me fascinaban desde niño. Y nunca he dejado de hacerlo. De hecho no hay ciudad que visite que no incluya un paseo lento. ¿MIs favoritos o los que mejor conozco? Para los curiosos: el Monumentale de Milán, el Highgate de Londres, el pequeñito cementerio inglés de Madrid, el inglés de Florencia, y el de Sevilla. Siempre las mismas: Milán, Londres, Florencia, Sevilla. Tengo que volver en cualquier orden. Una vez más.
- No existe mayor condena que la fama póstuma. Bien por el aliciente de la juventud o por una vida desgraciada, la muerte es el postre edulcorado que corona una vida que no tuvo ni brillo ni honores, y que fue más bien un plato rancio. Desconfío un poco de los muertos tempranos o de los muertos desgraciados. Hoy, 1 de noviembre, por ejemplo, se cumplen los años de la muerte de la poetisa milanesa Alda Merini. Era bastante conocida en la ciudad antes de su muerte: sus solicitudes de beneficencia, sus paseos un poco arrastrados, sus congojas. Pero Milán, rápida y despegada, es una ciudad que concede pocos honores a los vencidos, a los taciturnos. Se ha convertido ahora en una suerte de gloria local (hasta le han dedicado un puente y sus cenizas ocupan un lugar honroso en el Famedio del Cementerio).
Hace un par de años visité un pequeño museo dedicado a su memoria. Lo enseñan una suerte de hooligans de la Merini, que andan algo para allá, como la propia autora. Creo que mi hermano Félix se asustó un poco cuando vio el ambiente y decidió mejor salirse a fumar un cigarro, por eso de que la locura, aunque leve, a veces se contagia. Yo estuve un rato con esos seguidores, que contaban sin pudor los detalles mas escabrosos y banales de la autora. Se han ido publicando aquí también en pequeñas editoriales algunos de los libros de la poetisa: son textos sencillos, muy inocentes y cuya lectura tampoco hace daño. Hace ya mucho tiempo tuve la oportunidad de conocerla, era fácil, pero tampoco quise. No sé de que hubiera podido hablar con ella. En cualquier caso me hubiera interesado mucho más esa Alda Merini, esa persona sencilla, tan acabada, que esta gloria de las letras a la que, tal día como hoy, le dedican flores, aplausos y una banda de música.
- (coda para instagrammers) Me han dado siempre pereza los disfraces. Y los maquillajes. Envío mis condolencias a todas esas personas que ahora mismo andan, entre aguas micelares, intentando quitarse los restos de un Halloween nocturno, el nuevo carnaval de otoño. Déjate puestos tanto el disfraz como el maquillaje. Saldrás ganando.

@ texto y fotos David Ferrer, 2022.
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