De buena mañana. 8 de septiembre. No leer.

 (De buena mañana) No leer.

- No sé qué es ser un influencer ni en qué momento se alcanza ese estado. Sé cuándo alguien consigue un título, es nombrado doctor, abre la puerta grande o conquista un Grand Slam, como Alcaraz anoche. Lo otro es difuso, arbitrario y me temo que pasajero. De todas las iniciativas que he llevado a cabo, poca influencia he constatado sino más bien lo contrario. Mucho trabajo y pocas nueces. Quizá la única (y alguien me dirá que son cifras parcas) es La despaciosidad. Muchos de los posts que publico bajo ese capote alcanzan fácilmente varios miles de visualizaciones. Y nada más. Tampoco ocurre algo significativo después ni me hago rico.
En esta sección "de buena mañana", a veces se logran curiosas reacciones. Escribo para mí mismo, en una suerte de niebla literaria que no tiene que ver exactamente con la realidad. Hay gente, sin embargo, que se siente aludida. Como aquellos fieles que en los viajes de Juan Pablo II decían siembre "el papa me ha mirado a mí". Aquí la cifra es variable pero a veces alguno piensa que lo miro fijamente. Como los responsables de aquella cafetería que se sintieron interpelados y me negaron el saludo...
En realidad yo venía a hablar del asunto importante de la semana, el de la influencer María Pombo y su defensa de la no lectura. Las hordas se han lanzado contra ella, y sus niveles de influencia y facturación. Me ha dado algo de pena. No ella, que vivirá cómodamente, sino la batalla en su contra. Me acordé de los versos de Gil de Biedma y su proclama de vida: "No leer, / no sufrir, no escribir, no pagar cuentas, / y vivir como un noble arruinado / entre las ruinas de mi inteligencia". Y es que la tal María Pombo tiene razón. Leer no garantiza nada. No es un seguro de viaje. Como tampoco lo es jugar al ajedrez, comer sushi o escuchar a Wagner. De alguna manera, toda esta armada invencible de la lectura le ha hecho un gran favor a la Pombo. Se ha hecho más influencer y visible. Y ellos menos.
- En una cafetería van pidiendo. Una pide el café con leche sin lactosa, la otra con leche de soja y la tercera con semidesnatada. La camarera dice que no tienen leche sin lactosa: vale, es igual, entonces normal. Vivimos en un mundo en el que lo importante es marcar la diferencia aunque no haya causas. Se puede vivir sin leche sin lactosa como se puede vivir sin libros.
- En el tendido de la plaza de Aranjuez una joven catalana me pide que le explique las cosas que van sucediendo. Ha venido sola y muestra curiosidad por todo. Como hay tantos jóvenes que acuden a las plazas, y en su ciudad la tauromaquia está proscrita, ha decidido acercarse a algunos cosos. La tarde es larga e intensa y siempre es un placer ejercer de profesor de guardia.
Cuando llego a casa, para La despaciosidad www.despaciosidad.es y sus seguidores, procedo a escribir la crónica. Por duendes extraños, se han borrado algunos archivos de la web y algunas entradas de este diario. He podido recomponer algo el diseño y, por fin, escribir la crónica. No influirá nada pero es de las mejores que he escrito en la temporada. Creo. No sé. Queda poca temporada, por suerte: a ver si me pongo a leer.
© Texto y fotos David Ferrer, 2025.
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