De buena mañana. 12 de noviembre. De corte y libros.

 - (De buena mañana). De corte y libros.

Esta entrada del diario ha sufrido un corte, se ha escrito en dos tandas. Comenzaba, de buena mañana de sábado, a escribir estas líneas, y otras pendientes, cuando unas gotas de agua con peso, fuertes y contundentes, presagiaron la tormenta. Uno no puede seguir escribiendo mientras afuera cae la lluvia con ímpetu juvenil, florecen como juguetes artificieros los relámpagos y te conmueve el esplendor olímpico del trueno. Zeus en la vida moderna. Las inclemencias del tiempo son pausas de la vida rutinaria, que conllevan una necesidad intrigante de asomarse a la ventana, ver las calles desiertas y compadecerte del pobre viandante que llegará a su destino maldiciendo de forma literal: maldita la hora en que salí de casa.
- La tormenta más bella la viví hace unos pocos años en Venecia. Era un día de verano cálido pero no asfixiante cuando, de repente, entre las calles por las que viviera Ezra Pound, el escritor maldito, se abrió el telón de una ópera barroca con relámpagos, nubes negras y goterones de película. Siempre que voy a Venecia, por unas razones y por otras, digo que no vuelvo pero ay de quien no haya vivido una desaforada tormenta de la Serenissima.
- Ayer fue el día de las librerías. Una jornada que podría ser cualquiera. Desde hace unos años soy un huérfano, un apátrida. Defendí siempre que cada lector debía tener su librería de confianza, al igual que la gente tiene su pescadería, su panadería, su lotero y su charcutero. Yo compraba todo en Hydria, una preciosa librería de Salamanca, donde me atendían con exquisita generosidad. Pero cerraron. Pensé en buscar asilo en otro sitio pero, tras casi veinticinco años de anclaje a un comercio, he decidido ser un nómada.
No compro nada en Amazon. Siento no ser moderno, pero la primera vez que compré en ese ahora gigante fue en 1998. Chúpate esa.
Visito ocasionalmente Letras Corsarias de Salamanca, Tipos Infames y La Mistral en Madrid, Atenea y Letras en Ávila, además de La Feltrinelli, Bocca y Verso en Milán, y Foyles y Waterstones en Londres. Sin embargo, diciendo un sacrilegio para los puristas, debo decir que ahora mi mayor surtidor es El Corte Inglés, por razones inversas a las que antes defendía. Me gusta porque hay amplitud, nadie te mira, puedo pasar dos horas sin que me molesten, porque no me aconsejan y me traen con rapidez desde un nuevo libro de poemas hasta un ensayo sobre cualquier catacumba literaria. Ayer fue excepcional. Juan, el responsable de la librería de El Corte de Salamanca, se me acercó con su habitual discreta amabilidad. Hoy es el día de las librerías, me dijo, si no encuentras algo que te guste, te lo pedimos. Cogí un par de títulos e hice algún encargo. Y me acordé de aquella vez, con catorce años, en la que yo llevaba quinientas pesetas en un bolsillo, y en un Corte Inglés de Madrid compré mi primer libro autónomo y adulto. Sigo siendo fiel.
@ Texto y fotos David Ferrer. 2022
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