De buena mañana. 20 de noviembre. Compañía.
(De buena mañana) Compañía.
- Tu problema es que estás muy a gusto solito, me dijo una chica con cierta inquina hace unos cuantos años, pensando que este sería el resorte o latiguillo que me haría saltar, negar esa evidencia, hacer un esfuerzo. - Pues sí, le dije sonriendo - no te lo voy a negar. Fue la última vez que nos vimos y que hablamos.
- Amo a Sondheim, que es, para quien no lo conozca, el más inteligente, el más difícil, el más sorprendente de los compositores de musicales. Stephen Sondheim, neoyorquino, judío, gay, sarcástico, locuaz e irónico, nos dejó el año pasado pero creo que sus musicales van a aguantar muy bien la pátina del tiempo, las modas escénicas de cada momento. Hace ya mucho que compré una de las pocas versiones en CD que existen de Company. Después, hace unos seis o siete años tuve ocasión de verlo en el Southwark Playhouse de Londres, cuando este teatro todavía estaba bajo la estación de metro de London Bridge. (Sí, estabas en medio de la representación y se oía el paso chirriante de los vagones, lo que le daba a esta obra sobre la soledad un realismo extraordinario). Frente a tanto amor feliz y tantas historias de bonitas familias y matrimonios, Sondheim hace en Company una defensa de la soltería, del amarse a uno mismo, de dirigir tu propia vida. Recuerdo que estábamos en esa función muchos solitarios y en el intermedio nos pusimos a hablar, a ser felices con una cerveza o una sidra, a identificarnos en chispeante compañía con el personaje de Bobby.
- Solo Antonio Banderas, que ha conocido bien Broadway, que se ha codeado con Sondheim, con Lloyd Webber, con los mejores actores del panorama teatral de Nueva York y de Londres, solo Banderas, como digo, podría atreverse a traer a España esta obra compleja, tan a la contra. Y yo creo que sale victorioso junto a sus actores y sus músicos. Company es, además, una sucesión de escenas que, pese a situarse en los setenta, son perfectamente contemporáneas. Cada cual ha conocido a uno o dos como ellos pero es Bobby, el eterno soltero, encantador y mágico, quien llena la escena. Solo dos reproches: como en tantos teatros españoles, no se oyen muy bien los parlamentos, a no ser que estés en las primeras filas. Y dos, es un musical, no entiendo por qué rellenar y alargar tanto el diálogo si Sondheim con un par de compases y dos frases lo dice todo. Pero sí, Banderas puede estar orgulloso y nosotros lo estamos de él.
(Nota informativa: Company de Sondheim, con Antonio Banderas, estará en el nuevo Teatro Albéniz hasta el 14 de febrero). ¡Menudo día han elegido para el cierre en este musical que exalta a los solteros!
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