De buena mañana. 26 de noviembre. Dar la vida.

 (De buena mañana) Dar la vida.

- En una misma mañana escuché dos afirmaciones semejantes: "No me da la vida para escuchar tantos podcasts", "he grabado los apuntes para ir escuchándolos en plan podcast, no sabes como renta, tía". Ambos mensajes procedían de veinteañeros y constatan un hecho: es una generación que potencia lo auditivo frente a lo escrito, ya sea en forma de notas de voz, mensajes de audio, llamadas, peticiones a Alexa o Siri, historias y reels. Me cuentan que en la universidad, y lo más grave es que ocurre sobre todo en las facultades de letras, muchos profesores han desistido de mandar la escritura de ensayos o de investigaciones. Por lo visto, los resultados eran catastróficos: desde no saber hilar dos frases subordinadas a mezclar argumentos como si fuera un plato de huevos revueltos. ¿Y qué se hace, entonces? Se mandan exposiciones orales y podcasts. La bibliografía ha ido desapareciendo de muchas asignaturas, así como los manuales, los libros de referencia. ¿Para qué leer trescientas páginas si en ocho minutos te lo cuentan? Pues eso, así no te da la vida.
En un libro más sugestivo por el título que por el contenido, The Slow Professor (el profesor lento), dos profesoras americanas analizan la situación actual y reivindican otro modo de encarar la enseñanza. No se preocupen, nadie va a hacerlas caso. Vamos todos subidos a la alta velocidad.
- Ayer por la tarde, acudo a la presentación de una novela, precisamente lenta, de esas que empiezas a leerla y, efectivamente, no te da la vida. No lo digo como un menosprecio sino precisamente por lo contrario. La novela Lo que dijo el trueno de Fernando Díaz San Miguel (editorial Vaso roto) está llena de referencias literarias (el título procede de Eliot) y personales, como las vivencias en Oxford. Es decir, una novela a contraestilo, que rompe con la inercia de consumo lector rápido, breve, fugaz y que te rente en dos horas. Dedicaré otro lugar y otro tiempo más lento para analizarla. Aquí no me da la vida ni el espacio. Felicidades, Fernando.
- La Universidad de Salamanca acaba de inaugurar el Centro Internacional del Español. Es el lugar indicado para ello. Se ha ubicado en el antiguo edificio del Banco de España y, como ocurre en centros parecidos como el Cervantes de Madrid, lo más valorado en la visita suele ser la antigua cámara acorazada de la entidad. El edificio deja frío. Es limpio, espacioso, aséptico y valdría tanto para un hotel de cuatro estrellas, para un hospital privado, un centro de I+D, una empresa tecnológica o una iglesia de las nuevas. AT recuerda siempre que el pintor Ramón Gaya decía que cada vez que se construye una iglesia moderna, Dios se va a vivir a otra parte. Y, en efecto, en este edificio hueco, resplandeciente y pulcro, no vimos ni a Dios, de quien se dice que en el principio era el verbo. Pues eso, ni verbos, ni preposiciones ni interjecciones. ¡Me cago en diez! hubiera sido un bonito ejemplo de español coloquial para enmarcar en una pared. Ni lo sueñen. No vimos ni un puñetero libro ni un diccionario ni una palabra. En unos letreros ponía Exit. Pero entrabas en otra sala y no sabías si te iban a dar un sermón sobre la Iglesia de la Cienciología o a ponerte la octava dosis de la vacuna. Puestos a elegir, preferiría haberme encontrado allí con Tom Cruise. Y ya él te daba el sermón, la tarde y la vida.
(Coda) Me escribe X, que se ha visto reflejada en la anterior entrada, y dice que quiere salir de nuevo. Haz méritos, en plan esfuérzate, que a mi no me da la vida para tanto, tía. Jo.
@ Texto y fotos David Ferrer, 2022
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