De buena mañana. 22 de enero. Animalicos.

 - De buena mañana. Animalicos.

- La cola de un Zara era interminable para las devoluciones. Ayer perdí en estos menesteres un 0.040% del tiempo de mi vida, lo cual, a la edad que uno va alcanzando, no es para tomárselo a broma. Pero es que algunos clientes quejosos ralentizaban el procedimiento todavía más, entre aspavientos y excusas. A una joven se le había pasado el plazo de devolución de unas prendas y por más que la vendedora le indicaba las condiciones del producto, la clienta proseguía en su capricho. Al final optó por un argumento emocional que, sin embargo, a los presentes nos sonó como ese momento turbio en que los payasos de la tele hacían recomendaciones de calado profundo. ¿Usted cree que tengo tiempo para devoluciones cuidando a un crío y a una mascota? Los presentes nos compadecimos del perro, lo primero. El muchacho ya tendrá tiempo de separarse de su madre.
Salí de allí y entré en El Corte Inglés de Castellana, que nos recibió con un gigantesco cartelón del nuevo año chino, que es el del conejo. No vi ninguno dentro, aunque estaba a rebosar, de clientes, no de conejos, como si allí regalaran zanahorias. Sí que vi señoras con perro entre las grandes marcas. Cualquier día tendrán que abrir mingitorios o lavabos específicos para mascotas. Y cualquier día llegará alguien a una caja y pedirá privilegios porque no puede separarse de su mascota, sea esta perro, gato, conejo, salamandra o tucán.
- En la plaza de Olavide, la más fetén en tiempos, la más tonta ahora, hay el triple de perros que de niños. Campan los cánidos a sus anchas. Se pelean entre ellos, se te cruzan entre las piernas, ladran, corren y hacen sus necesidades. Los niños están recluidos en unos columpios, entre vallas de colorines, no sea que venga un tigre o la bruja feroz y se los meriende. Los perros están por aquí y por allí entre la mirada alegre de sus dueños, casi padres, cuarentañeros con barbita y deportivas ellos, gafas de sol en enero, ropa comfy abrigo largo de paño para ellas. Son idénticas. Menos mal que los canes se guían por el olor porque son todos indistinguibles. Los hay que deben separarse y refunfuñan porque deben llevar a la niña a los columpios. Yo me quedo por aquí con el perro por si hace caca, dicen solícitos ellos. Menuda jeta, menudo sacrificio. El perro va a lo suyo. El niño sube y baja, pregunta, se mancha, vuelve a subir y se pelea con el otro infante. No me extraña que las parejas prefieran un perro. Tienen todos los privilegios. Y Olavide es su paraíso.
- A mí una vez, de niño, me mordió un perro. Y también un mono que tenían unos vecinos. Por aquella época los padres siempre decían a los niños "si te aburres, cómprate un mono". No me hacía falta. Yo no quería ni mono ni perro porque los dos ya me habían lastimado y me parecían igual de vengativos. Y total, yo ya era un niño muy mono.
© Texto y fotos, David Ferrer, 2023
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