De buena mañana. 28 de enero. Santo Tomás de Aquino. En plan de naufragar.
(De buena mañana) En plan de naufragar.
- Habíamos pasado la semana acongojados por el discurso de la mejor alumna de la Complutense (si el nivel oratorio era ese, cabe preguntarse cómo sería el del resto) y estaba ya presto a superarlo, cuando una visita mía a la USAL me dio las claves del momento. Un alumno (tercero de carrera, estudios humanísticos y letrados) pregunta a su profesor en medio de un examen: ¿tenemos que escribir en plan largo o sea poner en plan todos los detalles o nos vale con lo general en plan básico? Sonaron las campanas de la capilla de la Universidad, un crujido se escuchó desde el monolito que supuestamente recoge los huesos de fray Luis y a lo lejos, bramando, Unamuno se transmutó en Millán Astray diciendo ¿puedo hablar? ¿puedo hablar?
Me cuenta otro profesor de la misma universidad que en virtud de los consejos que les llegan de amoldarse a la innovación y a las nuevas características del alumnado, recomiendan que se pida en cada asignatura podcasts, tiktoks o directos grabados de Twitch. El hombre, encogiéndose de hombros, me dice que han renunciado al tema o al plan de pedir ensayos y trabajos de investigación en cualquier curso de la carrera. ¿Y los trabajos de fin de grado, entonces? Puro trámite, mejor que no los lea nadie.
En mi época había gente en la carrera que no leía un libro. Había casos puntuales de malos redactores. Pero no era un problema generalizado como ahora. Y, desde luego, alguien con ese nivel de oratoria no tendría la nota más alta de una facultad ni saldría a un estrado a presumir de ello.
- A menudo escribo rápido, bien pero rápido, y me salto un punto, una coma o dejo un espacio inconveniente. No hay problema. En seguida llega E. con su servicio vigilante urgente de la ultracorrección y me saca amablemente las castañas del fuego. Querida, tengo un libro casi terminado. ¿Lo corriges?
- El pasado miércoles dediqué mi columna quincenal de El Club Diógenes (El Diario de Ávila) a la plaga y pandemia de las presentaciones de libros. Era una diversión, una bagatela en plan jocoso, en plan irónico. Ya hace unos años L.A. de Villena me había advertido de que hasta su portera quería publicar un libro. Entonces quería, ahora lo hace. Del dicho al hecho. Por supuesto que tiene su derecho y tiene los medios. Pero yo también como lector tengo el derecho a elegir lo que compro y lo que leo. Como la carnicería en la que compro o la ropa que me gusta cada temporada. Hay por estos lares muchos quejosos y agraviados. Esos a los que no les hizo gracia esa columna. De hecho nunca he comprado un libro autoeditado, no puedo opinar sobre sus textos, en plan no me interesan, no sé si me explico. Por contra, acabo de comprar el último libro de Gregorio Luri (Deusto) y una novela portuaria del norteamericano Mitchell (Anagrama). Yo soy lo que soy y lo que elijo, en plan me la pela el resto. Ale. Ya tengo lecturas para esta semana. En plan abro un libro de esos y descubro maravillas.
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