De buena mañana. 17 de abril. Nuda vida.

 (De buena mañana) Nuda vida.

- En el borrador de Hacienda me sale la expresión "nuda propiedad". Dice en un chiste oral Rubén Amón que la declaración de la renta solo sale a devolver o a vomitar. El caso segundo es el mío, con o sin nuda propiedad. Y aunque a alguno le recordará algo más festivo rayano con el nudismo, a mi me trae a la mente la expresión del filósofo Agamben sobre la "nuda vida", aquella que viene sin envoltorios, expuesta a los vaivenes, a la muerte. No entiendo la voluntad obstinada de tantos aspirantes a poetas, cuando hoy en día es más fácil encontrar la fama haciéndote filósofo de lo mundano. Los hay coreanos, croatas, búlgaros, birmanos: triunfan y conceden entrevistas y dan conferencias por miles de dólares. La mayoría se han pegado un costalazo en sus previsiones pandémicas. Agamben tiene otro poso pero no deja uno de sospechar en lo que a filosofías contemporáneas se refiere. Me pasa igual con los pintores de postguerra. Hay algo que no huele bien...
- La nuda vida o verdadera de una ciudad solo se observa a las nueve de la mañana, que es la misma hora en la que suelo escribir estas líneas. No está ya el ocioso ni el noctámbulo, no ha salido de su hotel el turista, presto en ese momento a reventar con las delicias del Buffet hotelero. El viernes esa hora en la plaza mayor de Salamanca, de común turística y bullanguera, apareció poblada de camiones y furgonetas que, sin embargo, quedaban aparcadas de una manera muy ordenada. Puro equilibrio. Como un damero.En todo caos tiene que haber un orden. Entre el frío y el silencio, se traían palés, se descargaban cajas de bebidas, se apilaban los pedidos en los templos de la hostelería. En una o dos horas todo estaba despejado. Como en un cortejo fúnebre salieron los repartidores y la nuda vida dio paso al espectáculo jaranero de cada día en esa plaza.
- Leo en la prensa local un artículo denso, enorme, de esos que atragantan, de los que quieren picar en lo local y a la vez ser trascendentes a fuerza de datos, datos, datos. Nombres, nombres. Fechas, fechas. Datos de aquí y de allá, de la wikipedia, de las investigaciones de otros, sin una mínima bibliografía y sin un aporte referencial. Una pompa hinchada, un no sé qué ni para qué. La nuda vida envuelta en ropajes petulantes. No conseguí mediarlo. Leo esta mañana, sin embargo, en el libro de M. de las Rivas una pequeña alusión al grupo de Bloomsbury a los Sitwell, y una posible visita a la ciudad. Y es un mero apunte, sí, una simple mención. Pero esas pocas líneas me han traído mucho más de una época y un lugar que toda una crónica local de la desmesura. Sugerir, no atosigar.
© Texto y fotos David Ferrer, 2023.
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