De buena mañana. 7 de febrero. Lo siento.

 - (De buena mañana) Lo siento.

- La alumna china no entiende nada. Lo intenta. Pero solo habla chino y se ayuda del traductor Google del móvil. Cada dos por tres pide que hable a la pantalla y a su vez el móvil va convirtiendo mi voz en caracteres ideográficos que vete tú a saber si se ajusta a la verdad. "Lo siento, lo siento", repite cada minuto. Ayer me tocó ayudarla para pedir cita para el departamento de extranjería de la comisaría. "Ayudar, cita, cita, lo siento, lo siento". Todo el tema español de las citas previas online es un sudoku que ni siquiera los castizos atendemos a la primera. Que si cuantos autobuses hay en la imagen, que si ponga el código que aparece en letras retorcidas en la imagen. Poco a poco fui metiendo los datos, lo cual tampoco resultó sencillo. Primero el nombre de la china, luego un email incomprensible. ¿Para qué día quieres cita? Lo siento, lo siento, respondía. Llevamos cuatro meses y no he conseguido enseñarle nada. Ella, sin embargo, está muy agradecida y ayer, tras la gestión burocrática y otros cuarenta "lo siento, lo siento", me regaló dos bolsitas extrañas con caracteres chinos.
A la gente de mi generación se nos ha quedado en la memoria la imagen del chino que vende la parte bonita de los Gremlins. Pero vende también las consecuencias. En el sobre había dibujado una ardilla y, por lo que dice el traductor del móvil, es algo relacionado con tales roedores. Así que ahí tengo los sobres en un cajón. Me da miedo abrirlos y que me aparezca una ardilla en miniatura a la que debo alimentar y que se convierta después en un bicho del cual no pueda hacerme responsable. Un gremlin o algo así. Lo siento, lo siento.
- Un simple mensaje de whatsapp al amigo JJ para preguntarle por su libro se trastocó en la peor de las noticias. Yo simplemente le preguntaba si el libro que acaba de publicar se encontraría en todos los centros de El Corte Inglés, como era lógico. "No, es algo íntimo". Me extrañó esta respuesta viendo cómo está el panorama libresco y donde todo escribidor hace al menos diez presentaciones. Pero no, él no quiere difusión. Después vino el hachazo: "es un homenaje a mi mujer, que falleció en septiembre". La mañana se quedó gélida. Era muy joven y él también es aún joven para afrontar esto. Las redes sociales dicen mucho y a veces dicen nada. En el devenir de los días, de estos meses tan rápidos yo no había sospechado nada. Me dejó muy tocado. Y esta vez sí de verdad. Lo siento.
- Ayer, en el curso de literatura italiana, hablé de la faceta más espiritual de Miguel Ángel, el de las últimas obras y las últimas piedades. Cité un análisis, no sé si certero pero sí interesante, del doctor Freud sobre el artista. Alguien a la tarde me mandó un mensaje para decirme que había comenzado a leer el libro de Freud. Uno en las redes no tiene ninguna repercusión pero parece que en las clases soy una especie de influencer. Viendo el debate nacional sobre las zorrerías, es reconfortante vivir en un limbo. Alguien dijo hace unos meses que yo era un elitista. Culturalmente lo soy. Y si te molesta, polvo de ardilla y recitar diez veces lo siento, lo siento.
© Texto y fotos David Ferrer, 2024
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