De buena mañana. 28 de septiembre. Ahuyentadora del caos.

 (De buena mañana) Ahuyentadora del caos.

- Se ha formado una cola intensa y bullanguera en una de las dependencias administrativas de la universidad. En parte porque es época de trámites y, de manera más práctica, porque fuera llueve. Los funcionarios se hacen entender como pueden ante las legiones de chinos que pueblan los estudios salmantinos. Me consta que cada vez son más, con niveles ínfimos de español eso sí, lo cual no es problema para la universidad que acoge con fervor sus ingresos y pagos. Pagan religiosamente. Mucho. Como a los chinos no los entiendo, me dedico a escuchar una conversación atrás sobre el rector. El asunto sigue candente. De hecho ya se habla sin pudor del asunto en los pasillos de la propia casa, a menos de cien metros de su despacho. Su caso no parece muy extraño pues si se vigilara el sistema de publicaciones y de autobombo de la academia universitaria de los últimos treinta años, un tercio quedaría trasquilado. La lluvia caía afuera, los chinos usaban el móvil para hacerse entender con el funcionario de la universidad mientras se ponía a caer de un burro al rector magnífico. La cosa fue in crescendo, tanto que del piso de arriba bajó una señora a poner orden y mandar callar. Debe de ser uno de esos personajes nombrados por Unamuno y que allí siguen. Seguro que tiene un puesto muy digno: reponedora del orden o ahuyentadora del caos.
- La remoción de los libros de la que di cuenta aquí hace unos días ha seguido esta semana. Quise bajar unos libros sobre el barroco español que estaban en la altísima balda y no me quedó otro remedio que ahuyentar yo mismo el caos: dos capas de polvo, ácaros y hasta alguna mosca muerta. Fue empezar y no ver fin. Le di la vuelta a la sección de ensayo, inauguré una sección sobre iconografía y, de repente, me salieron dos mini secciones de las que ni yo mismo era consciente: como náufragos en una playa, se juntaron cerca de treinta libros sobre la Segunda Guerra Mundial, tema del que no creo saber nada. Pero allí estaban. ¿En qué momento he ido comprando volúmenes sobre tal asunto? Ni idea. Por otra parte, me salió otro subgrupo sobre verdaderas ahuyentadoras del caos. Una mini biblioteca sobre monjas, sin contar a Santa Teresa. Las hay místicas, voladoras, con estigmas, cuerdas o desquiciadas. Ahora están juntas. Seguro que alguno de esos volúmenes levita.
- El gato sigue acudiendo. Pero con este frescor de septiembre yo voy menos. Baja cada día a ver si hay algo de suerte, si me he acordado de su premio. No lo rechaza y cada mañana me encuentro el cuenco relamido y limpio. Ya no hace como para estar contemplándolo. Y, ademas, ¿qué se ha creído ese gato? ¿no tengo otra cosa que hacer por las tardes?
© Texto y fotos David Ferrer, 2024
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