De buena mañana. Viernes 9. Coronation.

 - Su Majestad ha muerto. Escucho un rato a la legión de tertulianos de los medios españoles y pronto me veo obligado a cambiar a las emisiones de la BBC o de SkyNews. En cuanto a los spaniards, para comentar una vida tan larga, vinculada con tantos acontecimientos, sorprende la cantidad de tópicos e imprecisiones que aportan con una locuacidad indescriptible. Ni siquiera aciertan a pronunciar Westminster ¿Winmister? ¿Wemiste? ¿Welmising? Una lo confunde con Windsor. Siempre he admirado la vida del tertuliano. Hoy hablo del gas, ayer de un volcán, de la varicela y en nada de una reina.

- Ávido de información, repaso el impresionante volumen de Roy Strong de título Coronation. Una ingente cantidad de datos, de ceremoniales, de pasos que se han mantenido casi inamovibles en años. Que levante el dedo cualquier republicano que iguale un evento así. Todo el mundo ha visitado Londres y cada uno tenemos nuestro pequeño recuerdo de esta Reina. Coincidí con la muerte de su hermana, hace ya unos cuantos años. Nada que ver. Creo que la llegada de su féretro a la pequeña capilla frente a St. James fue uno de los espectáculos más tristes e incómodos presenciados. Esperábamos allí cinco personas y unos diez policías y soldados. En un febrero lluvioso y frío se hizo el silencio. Y el cuerpo quedó allí. Sin homenajes, ni banderas ni fanfarrias. El protocolo exiguo. Estos días será al revés.

- Semejante a la vida del tertuliano es la del inspector educativo. Son tipos sombríos, de corbatas pobretonas y trajes de saldo. Habla uno por la radio sobre el nuevo curso educativo. Se nota que le pilla lejos. Tanto como Westminster. Seguro que tampoco sabe pronunciarlo.
- En una semana Morante en Salamanca. Queda mucho. Y mucho luto, pompa y circunstancia.