De buena mañana. 8 de septiembre. Viudedad.

 De buena mañana) Viudedad.

- Vivía en la parcela contigua. Una vez nos dijo que había sido de joven cantaor flamenco y que había alternado con algunos de los grandes. Después, muchos trabajos, muchos movimientos, muchas recaídas en esto y en aquello. Como de oficio era cantero y marmolista, la inhalación de polvo y partículas hizo mella en sus pulmones. Pero allí se aferraba a su pequeña parcela, regaba sus plantas, su nogal y su melocotonero. Hace poco nos dijo un familiar que una grave recaída motivó un ingreso de urgencia, una laboriosa operación y que, seguramente, ya no volvería por allí. Supongo que para alguien absolutamente bohemio y desentendido de las normas del mundo no será fácil adaptarse a los rigores de una residencia. Pero así son las cosas. Y la vejez. Tan cabrona. Ha quedado la parcela contigua solitaria, como una viuda, y ya solo tememos que alguien la desvalije o la ocupe. Porque frente a los buenismos imperantes, esto es lo que ocurre. Este señor ha vivido como le ha dado la gana. Y así le ha ido. Así ha bebido.
- Allí en el silencio y bajo el mismo nogal, estuve leyendo unos ensayitos deliciosos sobre Dante, sobre Cervantes, sobre Shakespeare. Menudo riesgo atreverse a decir algo sobre esa terna tan trabajada. Pero el autor es un finísimo poeta y consigue sacarnos algunas ideas brillantes y dignas de ser subrayadas. Se parece en esto también al trabajo de cantero. De un bloque inmundo y anodino, sacar algo bello o al menos útil. Me sorprenden en esta colección, generalmente bien editada, algunos errores de edición algo feos e insensibles: las llamadas líneas viudas, una línea solitaria al principio de página, y las huérfanas, al final. A veces se cuida lo oculto y se te cuela lo evidente. Cuando edité y maqueté un libro hace ya años, alguien me reprochó el uso constante de las comillas inglesas "" en lugar de las latinas, que han desaparecido a la vista de los teclados «» Ese error me ha reconcomido toda la vida. A veces duelen más estas cosas nimias que los errores gigantescos.
- Parece ser que en Madrid ya están causando estragos los efectos del fentanilo, algo de lo que solo sabíamos por textos referidos a Nueva York. El otro día, después de estar trabajando con pinturas y disolventes, me dio un pequeño mareo mientras estaba en un bar. Sudores fríos, palpitación, sensación de borrachera. De haber estado en Brooklyn, me habrían catalogado como otra víctima más de esta pandemia silenciosa, de la que saldrán series y novelas. Nunca más manipularé disolventes sin mascarilla. Nunca.
© Texto y fotos David Ferrer, 2023.
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