De buena mañana. 4 de octubre. Lances de veneno.

 (De buena mañana) Lances de veneno.


- Entre las ocho y las nueve de la mañana, la Alameda de Hércules de Sevilla hace un descanso en el bullir y el trasiego. Como por encanto, los bares se colman y circulan sin parar los cafés, los calentitos y las tostadas. Los camareros toman las comandas de memoria. El desayuno en Andalucía debería ser declarado Bien de Interés Cultural y declarar una hora obligatoria de parada. A pesar de su fealdad ochentera que no tiene remedio, siempre acabo por la Alameda. Así lo declaraba Alberti en su llanto por Joselito: "Que pueda, Virgen, que pueda / volver con sangre a Sevilla / y al frente de mi cuadrilla / lucirme por la Alameda". He buscado muchas veces su casa, pero nunca encuentro su ubicación exacta. Tampoco he encontrado esta vez la estatua de Chicuelo. La tapará alguna terraza o alguna sombrilla.

La amenaza sobre este barrio, que tiene la protección cercana del Gran Poder y de la Macarena, es cada vez más palpable. Uno de cada diez portales o más lleva un cartel de Apartamento Turístico, Vivienda de Uso turístico o se aprecia su utilización en los inefables y horrendos candados que se cuelgan en rejas o donde se pueda. La sensación real y objetiva de que algo se nos ha ido de las manos se detiene cuando piensas: ¿acaso no eres tú también un turista aunque hayas pisado este albero todos los años?

- La Maestranza hasta arriba. No hay otra. Ni otro ambiente ni nada comparable. Cuando Curro se retire esto no será lo mismo, se oía hace muchos años. Pero llegó Morante. Y ahora, con el diestro de baja, los sevillanos aguardan la tarde mágica de Juan Ortega, de Triana. Dos señoras han comprado unas entradas en la reventa por el doble de su precio, que encima son falsas. Un timo evidente. Sin permiso ni consideración, se cuelan en el tendido, aposentan sus culos y donde antes cabíamos dos ahora somos cuatro. Tarde calurosa, tendidos donde no cabe un pañuelo y encima dos más que a cada rato jalean "ay, mi Juan". Es curiosa la veneración maternal que se tiene hacia ciertos toreros por razones que no son exclusivas de la lidia. Tampoco me quejo. He viajado en un día a Sevilla por verlo. Como me dijo mi querido Barquerito, el mejor crítico taurino, al día siguiente: "hacer mil kilómetros por ver quince lances es puro romanticismo": y tanto. Y vaya lances. Cómo suena la Maestranza, aunque sea en diez segundos.

- ¿Pero no habías cerrado temporada ya en Salamanca? Me comentan a la vuelta. Ay, este veneno, esta droga, este elixir solitario. Tardes de soledad se llama el documental sobre la tauromaquia que ha ganado en San Sebastián. Hace años que no voy al cine. Lo mismo vuelvo.

© Texto y fotos David Ferrer, 2024
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