De buena mañana. 13 de mayo. Dos perritas muy listas.

 (De buena mañana) Dos perritas muy listas.

- Coincido en la librería de un amigo común. Al principio no lo reconocí. Algo desaseado, con rictus serio y todo el rato pendiente de que dos perritas blancas, impolutas, como la nieve, no se escapasen por el local. Su cara me sonaba. Como todo el rato hablaba de "este libro mío", "cuando yo publiqué aquello", "mi libro" no me quedó otro remedio que preguntarle así, desabridamente: ¿y tú quién eres? Se quedó perplejo ante la pregunta pero me dio su nombre:
- Ah, sí, ya te recuerdo de hace muchos años.
Por quedar bien, recordé un libro que había publicado hace muchísimos años (no me gustó en realidad pero había que templar los ánimos). No obstante, los caracteres no cambian y me sigue pareciendo aquel hombre hosco y malhumorado, algo insatisfecho siempre porque sus libros nunca alcanzan nada. Y mira que publica en las mejores editoriales... De todos modos, no perdió la ocasión de tirarme una bien gorda:
- Pues cuando te he visto así con el Barbour y El Mundo de la mano, he pensado que eras otro fascista.
- No, eso solo lo soy por las tardes. Por las mañanas leo Mundo obrero.

El amigo común trató de templar la situación y poner un poco de cordura en este extraño encuentro. Se agachó para dar una galletita a las perritas. No sé por qué en el mundo de las mascotas todo deviene diminutivo y como no era cuestión de continuar la guerra, seguí por ese camino:
- ¡Qué monas las perritas! - dije. En realidad me parecían dos adefesios peludos andantes, como esas zapatillas voluminosas de las adolescentes. Quizá notó cierta retranca en mis palabras y contestó a velocidad de rayo:
- Son muy inteligentes. El padre ganó un premio.
Pensé contestar que lo mismo hasta eran buenas escritoras y que serían capaces de ganar un Planeta y todo. Aunque sean perras. Así que la conversación continuó por aguas mansas, menos polémicas.

- Vamos de lluvia en lluvia, de aguacero en aguacero, de tormenta en tormenta. Siempre se recuerda eso de Borges de que la lluvia es "algo que sucede en el pasado". Pues no, querido Borges, aquí la lluvia ya solo es presente y futuro. Mañana lloverá, mañana va a llover. Y así día tras otro. Ayer salía del Archivo Diocesano de Ávila de consultar unos documentos que, en realidad, me sirvieron de poco. Lo único que aprendí es que los arcedianos y miembros del cabildo tenían derecho a ausentarse para "tomar baños". Poco más dio la pesca. Hay una notable diferencia entre una biblioteca y un archivo diocesano. En el primero siempre encuentras más de lo que buscas. En el segundo, date con un canto en los dientes si encuentras lo que buscas. Esto no está, esto se ha perdido, esto no se puede consultar. Al salir, iba a coger la moto y me cayó el aguacero. Y yo en moto. Esto me pasa por reírme de la gente con perritas listas.

- Ayer el Ayuntamiento convocó una rueda de prensa para anunciar el santo advenimiento de Morante a la ciudad. Yo creo que ni esto va a obrar el milagro de llenar una plaza como la de Ávila. Pero bienvenido sea. Al despachillo donde se iba a celebrar el encuentro con la prensa, entraron unos paisanos a los que invitaron a marcharse: lo siento, solo prensa. Tampoco pasaba nada porque se quedaran pero en fin. Así son los políticos. Armado con mi cuaderno color capote de las crónicas, me colé en el recinto y allí me quedé. Los políticos me saludaron perplejos: ¿y este qué hace aquí? Los periodistas me miraron sorprendidos: ¿y este por qué medio viene? Cuando acabó la escueta presentación, alguien lanzó que si había alguna pregunta. Yo me disponía a levantar el dedo y al instante algún periodista local dijo: "ha quedado todo muy claro, no hay preguntas". Es lo que pasa en la ciudad: o te reparten un carnet de fascista o se reparten entre ellos el de periodista. O lo uno y lo otro, todo junto. Veremos si Morante obra el milagro. Aquí lo cuento: Despaciosidad

© Texto y fotos David Ferrer, 2025.

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